lunes, 27 de marzo de 2017

MONS. MARTÍN TRITSCHLER Y CÓRDOVA DE YUCATAN Y MONS. VICENTE MARÍA CAMACHO Y MOYA DE TABASCO. UNA AMISTAD ECLESIÁSTICA Y ESPIRITUAL.

A través de su relación epistolar de 1930 a 1943.

            “Hay obispos de oro con báculo de madera y, obispos de madera con báculo de oro”, decía un buen amigo al recordar la vida de los venerables obispos difuntos de nuestras respectivas diócesis, y sabía perfectamente que esa era una acertada afirmación. Hoy al estar aquí en este bello lugar, casa de Mamá Linda, acompañado de altas y distinguidas personalidades y rodeado de toda esta hermosa población que asiste a este notable evento que es la presentación del libro del Licenciado José Iván Borges Castillo que se titula “El Arzobispo Mariano. Nuestra Señora de Izamal en el espíritu de Martín Tritschler y Córdova.”, quiero dirigir unas cuantas palabras a nuestro auditorio, encaminadas a presentar en primer lugar, la relación que existe entre Tabasco y Yucatán y en segunda, la íntima amistad del que fuera Primer Arzobispo de Yucatán y el Séptimo de Tabasco.

            La historia nos une en común en la incipiente evangelización, es precisamente Yucatán quien está a la cabeza de la evangelización en nuestro territorio y fundada la Diócesis yucateca, toma al territorio de la Provincia de Tabasco como parte de su jurisdicción, es preciso decir que, es de la mitra yucateca donde provienen los nombramientos de los curas y párrocos para el territorio conocido por los alcaldes mayores como “la mejor tierra que el sol alumbra”, es decir, Tabasco.

            La presencia de Yucatán en Tabasco es sensible y perdurable, a pesar de la fragmentación territorial que ha tenido desde su colonización española; la capital de la provincia San Juan Bautista y la villa de Tacotalpa durante las incursiones piráticas, han dado muestra de la no poca acción evangelizadora en el territorio, las antiguas regiones indígenas se convirtieron a efecto en disputa con el obispado de Chiapas, nombres como Fray Gonzalo de Salazar, obispo de Yucatán y Fray Pedro de Feria, Obispo de Ciudad Real de Chiapa entablaron una serie de conflictos por la posesión del territorio y de los jugosos diezmos que obtenían de un territorio rico en ganadería y agricultura. Si bien es cierto, durante muchos años a causa de las pocas investigaciones en el área de historia de la Iglesia se creyó que los obispos yucatecos no visitaban la Provincia tabasqueña por desidia o suponer un riesgo para la salud, ya que según decía un notable religioso que “entrar a un sitio pantanoso era no salir con vida jamás”, pero estoy completamente convencido de que las visitas pastorales sí se realizaron en lapsos de tiempo no muy amplios y se cumplió con los cánones del Concilio de Trento, evidencia hay de que muchos fueron los obispos yucatecos que visitaron esas tierras de Tabasco.

            Un acierto más, lo tuvo el Ilustre Dr. Leandro Rodríguez de la Gala al prever la necesidad de fragmentar el territorio de la Diócesis para crear el nuevo de Tabasco y poder atender al pasto espiritual que esas regiones demandaban y por creerlo conveniente a su pastoral conciencia. Fruto de ello es la fundación de la Diócesis de Tabasco el 25 de mayo de 1880, a partir de ahí comenzó una larga relación entre los prelados que distinguieron las respectivas sedes de Yucatán y Tabasco. Tenemos referencia de Mons. Agustín de Jesús Torres y Hernández, CM con Mons. Leandro y Mons. Crescencio Carrillo y Ancona; de Mons. José Perfecto Amézquita Gutiérrez y Mons. Crescencio; de Mons. Francisco María Campos y Ángeles y Mons. Juan Antonio Hernández y Rodríguez con Mons. Martín Tristchler, y pasada la persecución religiosa con Mons. Vicente María Camacho y Moya.

            La relación con éste último fue muy abundante en el lapso de casi 10 años, antes de 1930 no he encontrado evidencias de haberse conocido en persona, aunque la fama de Tritschler había llegado a todos los rincones de México y seguramente el padre Camacho conocía las peripecias que el arzobispo de Yucatán estaba pasando. Vicente María había nacido en la ciudad de Guadalajara, Jalisco el 8 de junio de 1866, sus padres buenos cristianos fueron José Camacho y Juliana Moya. En 1897 ingresó al Seminario Conciliar y en 1903 pasó al Seminario Mayor Guadalupano. Recibió la ordenación sacerdotal de manos de Mons. José de Jesús Ortiz, Arzobispo de Guadalajara el 5 de diciembre de 1909. Era un buen latinista, canonista, y orador sagrado, hacía versos inspirados de carácter religiosos. Pasada la persecución religiosa, retorna de Los Ángeles, para su parroquia de San Miguel Arcángel en Guadalajara. Fue nombrado obispo de Tabasco a fines de abril de 1930, consagrado en la catedral tapatía el 7 de mayo de ese mismo año por el Excmo. Señor Francisco Orozco y Jiménez, Arzobispo de Guadalajara ayudado por los obispos de San Luis Potosí y Zacatecas.

            No pudiendo entrar a tomar posesión de la Diócesis por las dificultades presentadas en Tabasco y las leyes prohibitivas aún vigentes sobre los ministros del culto en el código penal del Estado, tuvo que residir durante cerca de 8 años en Guadalajara y la delegación Gustavo A. Madero cerca de la Basílica de Guadalupe en el DF. Tras la afamada “reconquista espiritual” llevada a cabo por Salvador Abascal y el padre José del Pilar Hidalgo, pudo entrar en la Diócesis el 11 de diciembre de 1938, gobernando su jurisdicción hasta el día de su fallecimiento el 18 de febrero de 1943.

            La relación epistolar entre Camacho y Moya y Tritschler y Córdova se centra especialmente en la comunión provincial entre el Arzobispado y su sufragáneo, el nuevo obispo de Tabasco daba por enterado al Arzobispo su elevación al episcopado, a pesar de las continuas trabas y dificultades por la comunicación, lograron entablar una consecutiva relación epistolar con la primera carta fechada el 15 de mayo de 1930 en la ciudad de Guadalajara, éstas son borradores de las originales enviadas al Arzobispo, y tenemos también las contestaciones realizadas por el Arzobispo Tritschler; la última está fechada el 7 de enero de 1943, y aunque el prelado yucateco falleció meses antes, la carta provenía sin duda alguna del cabildo, del canónigo y vicario capitular Lic. Manuel Loría Rosado, agradeciendo al prelado su participación en el congreso y honras fúnebres al extinto Arzobispo.

            Estas relaciones epistolares no se encuentran como debieran estar en el Archivo de la Cancillería de la Diócesis de Tabasco, sino en posesión de la familia Camacho Contreras en la ciudad de México, su disposición para catalogar y disponer esta colección de cartas que son en total de 28 cuyo contenido parece ser demasiado interesante como: darle a conocer los sucesos más recientes de la actividad protestante en la zona, la milagrosa conservación del Sagrado Corazón que se haya en la iglesia de la Santa Cruz en Villahermosa, de su participación en el Congreso Eucarístico, de las penas sufridas en el destierro en la ciudad de México, todas ellas contenidas en una carpeta que en la portada dice “Borrador al Ilustrísimo Arzobispo Metropolitano de Yucatán” además de 2 poemas sacro-históricos (un himno y un poema) y 2 relaciones sobre el estado actual (1935 y 1939) de la Diócesis de Tabasco. Las contestaciones son 26 de parte del Arzobispo de su puño y letra y 1 pertenece al señor canónigo vicario capitular, cargadas de paternidad, bondad y apoyo ante las adversidades, con la experiencia que él había llevado en sus 42 años de gobierno episcopal.


            De esta manera quiero agradecer y felicitar al Licenciado José Iván Borges Castillo, amigo y colega, por haberme invitado a formar parte de esta mesa de presentación de su libro y expresar estas sencillas palabras sobre la calidad y virtud de un hombre talante como lo es el Arzobispo Mariano y al mismo tiempo Eucarístico: Monseñor Martín Tritschler y Córdova, esperando prontamente lo podamos venerar en los altares siendo ejemplo para nuestra Iglesia; muchas gracias.


Discurso dictado en la presentación del libro "El Arzobispo Mariano" del Lic. José Iván Borges Castillo en la parroquia de San Antonio de Padua y santuario de Nuestra Señora de Izamal, Izamal, Yucatán el 7 de diciembre de 2013.

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